15/4/07

Vivir libre o morir

Recientemente, dos perseguidos políticos en Guipúzcoa han doblado la cerviz ante el nacionalismo vasco. Han optado por la vida ante la amenaza de muerte. Al mismo tiempo, Fernando Savater constata la falta de libertad y afirma que «... creo que las elecciones que se van a hacer no son limpias, no pasarían la homologación. Yo creo que es un error por parte del PP y del PSOE no boicotear unas elecciones que se realizan en estas condiciones y mantener la ficción de una democracia», (El Mundo, 06/04/2007). Es una declaración valiente y sorprendente porque al tiempo que se denuncia la realidad de persecución y falta de libertad en la que vive una parte de la ciudadanía española se propone, nada más y nada menos, el boicot a las elecciones. La voz de Savater clama en el desierto, nadie le ha hecho caso. El silencio de Zapatero es lógico pero el de Rajoy es el más sorprendente, al fin y al cabo, son sus militantes y votantes los que en mayor medida sufren la persecución política del nacionalismo vasco. ¿Por qué? Fácil es la respuesta: que el PP boicoteara unas elecciones significaría el fin, a ojos de todos, del régimen juancarlista.

Obvio es afirmar que la única postura política coherente es la que propugna Savater... pero a nivel nacional. Seguiremos viviendo en una democracia ficticia, como afirma el filósofo, mientras un sólo español no pueda utilizar todos sus derechos cívicos. Y en España, en toda España, esta es la realidad apreciable para cualquiera.

Decía Robespierre en 1789: «...Que no nos hablen de la constitución. Esa palabra nos adormeció durante demasiado tiempo y nos mantuvo sumidos en un letargo. Esa constitución será sólo un libro inútil: ¿cuál será la ventaja de haber creado ese libro si nos privarán de nuestra libertad en la cuna?». Y ¿por qué? Porque la aparente democracia en la que vivimos es la consecuencia de la constitución de 1978. Esto es lo que tienen que aceptar de una santa vez todos los patriotas constitucionalistas.

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