Se habla de aumento de la crispación pero es algo más profundo. El paso del tiempo proporciona, sobre todo, perspectiva. Y para la reflexión sobre la Historia es la herramienta imprescindible.
Desde hace un tiempo, no mucho, es perceptible como un combativo sector de la derecha española está perdiendo el acomplejamiento bajo el que aún yace la mayoría de sus correligionarios. Se reconocen ahí, en la derecha, sin coartadas. Es una derecha que revisa nuestra historia más reciente, franquismo incluido. Es lo que muchos centristas han querido hacer desde hace mucho tiempo pero no han podido... Lo dejó bien claro Mayor Oreja cuando aseguró que el franquismo fue aceptado por una gran parte de los españoles... aquellos que conformaron el tan manido franquismo sociológico. Y el potencial de esa derecha desvergonzada que surge es que tendrá una base sociológica sólida en la mitad de los españoles, continuadora de aquella mayoría conservadora y clerical que aupó y mantuvo a Franco en el poder.
Esto preocupa a la izquierda. Entre otras cosas porque pone fecha de caducidad a su pretendida superioridad moral. Los comunistas y muchos socialistas esconden su identidad totalitaria y antidemocrática en su pedigrí antifascista. Pero el franquismo fue lo que fue y no un régimen totalitario fascista. El paso del tiempo pone a cada uno en su sitio... De ahí su imprescindible necesidad de una Ley de la Memoria Histórica que más allá de permitirles ganar ahora aquella guerra que perdieron en 1939, perpetúe bajo el ordenamiento jurídico su verdad y su supremacía ética y moral. Porque esta ley rompe definitivamente con lo que pudiera quedar del consenso de la transición respecto a nuestro pasado histórico más reciente. Y lo hace desde el maniqueísmo: nosotros somos los buenos y ellos, la mitad de los españoles, son los malos. Mientras éstos y sus herederos lo continúen aceptando el statu quo seguirá garantizado, pero ¡hay! como triunfen esos subversivos agitando sus conciencias y su orgullo.
Pero además, esta nueva derecha sin complejos está dando un paso más allá, a veces sin querer, y amenaza con orillar a los dirigentes entronizados del centroderecha español. Porque se muestra cada vez más crítica con dicho statu quo y, por ende, con el régimen que lo corona. ¿Por qué? Porque acontecimientos puntuales de los últimos casi cuatro años han sido analizados y entendidos como los jalones de un cambio de régimen en marcha al que no son ajenas las más altas instancias. Y esto sí que asusta a los tontos útiles de la derecha monárquica y solivianta a los prohombres de la izquierda juancarlista. ¿A qué si no se debe la desaforada ofensiva por abortar a la Cope, silenciar a El Mundo o fusilar (figuradamente decía la escritora) a Jiménez Losantos? Deben presentir un grave peligro cuando el jefe del Estado, el presidente del Gobierno o el democristiano Durán Lleida entre otros muchos exigen, nada más y nada menos, que cercenar la libertad de expresión.
No es que se trate de la petición de un periodista de El País del cierre de esas empresas de medios de comunicación o de las sempiternos espumarajos de los nacionalistas antiespañoles, es que son todos los dóbermans de la pluma y el papel encabezados por esa gran periodista que abría los telediarios con mítines desde la cárcel de los terroristas de los GAL los que se están lanzando a las yugulares. Asistimos a un acoso como nunca se había dado. Es una verdad como un templo incluso para los que la clerical Cope no es santo de su devoción. En estas ocasiones se aprecia en toda su rutilancia la hegemonía moral de la izquierda. Con el episodio de los boicots del PSOE a Telemadrid y del PP a Prisa en la memoria, ¿alguién se imagina los alaridos de la izquierda visible si alguien osara pedir el silencio para Gabilondo? Lo más seguro, como debió decir la lideresa, es que Juan Carlos I de Borbón lo invitaría a palacio a comer.
"La ingratitud es oficio de reyes pero los Borbones se exceden", dijo el vizconde de Chateaubriand. ¿Se hará republicana la derecha española?
Desde hace un tiempo, no mucho, es perceptible como un combativo sector de la derecha española está perdiendo el acomplejamiento bajo el que aún yace la mayoría de sus correligionarios. Se reconocen ahí, en la derecha, sin coartadas. Es una derecha que revisa nuestra historia más reciente, franquismo incluido. Es lo que muchos centristas han querido hacer desde hace mucho tiempo pero no han podido... Lo dejó bien claro Mayor Oreja cuando aseguró que el franquismo fue aceptado por una gran parte de los españoles... aquellos que conformaron el tan manido franquismo sociológico. Y el potencial de esa derecha desvergonzada que surge es que tendrá una base sociológica sólida en la mitad de los españoles, continuadora de aquella mayoría conservadora y clerical que aupó y mantuvo a Franco en el poder.
Esto preocupa a la izquierda. Entre otras cosas porque pone fecha de caducidad a su pretendida superioridad moral. Los comunistas y muchos socialistas esconden su identidad totalitaria y antidemocrática en su pedigrí antifascista. Pero el franquismo fue lo que fue y no un régimen totalitario fascista. El paso del tiempo pone a cada uno en su sitio... De ahí su imprescindible necesidad de una Ley de la Memoria Histórica que más allá de permitirles ganar ahora aquella guerra que perdieron en 1939, perpetúe bajo el ordenamiento jurídico su verdad y su supremacía ética y moral. Porque esta ley rompe definitivamente con lo que pudiera quedar del consenso de la transición respecto a nuestro pasado histórico más reciente. Y lo hace desde el maniqueísmo: nosotros somos los buenos y ellos, la mitad de los españoles, son los malos. Mientras éstos y sus herederos lo continúen aceptando el statu quo seguirá garantizado, pero ¡hay! como triunfen esos subversivos agitando sus conciencias y su orgullo.
Pero además, esta nueva derecha sin complejos está dando un paso más allá, a veces sin querer, y amenaza con orillar a los dirigentes entronizados del centroderecha español. Porque se muestra cada vez más crítica con dicho statu quo y, por ende, con el régimen que lo corona. ¿Por qué? Porque acontecimientos puntuales de los últimos casi cuatro años han sido analizados y entendidos como los jalones de un cambio de régimen en marcha al que no son ajenas las más altas instancias. Y esto sí que asusta a los tontos útiles de la derecha monárquica y solivianta a los prohombres de la izquierda juancarlista. ¿A qué si no se debe la desaforada ofensiva por abortar a la Cope, silenciar a El Mundo o fusilar (figuradamente decía la escritora) a Jiménez Losantos? Deben presentir un grave peligro cuando el jefe del Estado, el presidente del Gobierno o el democristiano Durán Lleida entre otros muchos exigen, nada más y nada menos, que cercenar la libertad de expresión.
No es que se trate de la petición de un periodista de El País del cierre de esas empresas de medios de comunicación o de las sempiternos espumarajos de los nacionalistas antiespañoles, es que son todos los dóbermans de la pluma y el papel encabezados por esa gran periodista que abría los telediarios con mítines desde la cárcel de los terroristas de los GAL los que se están lanzando a las yugulares. Asistimos a un acoso como nunca se había dado. Es una verdad como un templo incluso para los que la clerical Cope no es santo de su devoción. En estas ocasiones se aprecia en toda su rutilancia la hegemonía moral de la izquierda. Con el episodio de los boicots del PSOE a Telemadrid y del PP a Prisa en la memoria, ¿alguién se imagina los alaridos de la izquierda visible si alguien osara pedir el silencio para Gabilondo? Lo más seguro, como debió decir la lideresa, es que Juan Carlos I de Borbón lo invitaría a palacio a comer.
"La ingratitud es oficio de reyes pero los Borbones se exceden", dijo el vizconde de Chateaubriand. ¿Se hará republicana la derecha española?
2 comentarios:
¿ Se hará republicana la derecha española ?..dices.
Pues yo creo que su paciencia con el Borbón se está agotando. Y no hay mas que pasearse por foros y "blogs" para constatarlo.
Lo malo de una derecha crecida será que la ofensiva liberal y liberalizadora será de órdago.
Pero no hay mal que por bien no venga, dicen. De todas formas desde el "socialismo" y el régimen actual van por el mismo camino, asi que...
Salud.
AMC
El resultado de las elecciones de marzo va a marcar un antes y un después, pues la situación es crítica, para la derecha y para la monarquía.
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