2/12/07

Los más listos

La Bolsa ha hecho mucho más ricos a los ricos. El largo periodo alcista que vive la renta variable se refleja en el valor de mercado de las participaciones de los grandes patrimonios españoles. Al cierre del ejercicio 2003 los paquetes accionariales de las 20 mayores fortunas de la Bolsa valían 16.628 millones de euros. Hoy día, esos títulos están tasados en 54.000 millones. En sólo cuatro años, han multiplicado por más de tres veces su valor. Ya hay ocho personas que tienen en Bolsa participaciones de más de 2.000 millones de euros.

En este periodo, Amancio Ortega se ha consolidado como el hombre más rico de España y uno de los 10 más acaudalados del mundo gracias a la gran revalorización de Inditex, empresa de la que es presidente y máximo accionista. En 2003, sus acciones en la cadena textil tenían un valor de mercado de 5.930 millones y ahora suman 17.600 millones. De la revalorización del grupo gallego también se ha beneficiado su ex mujer, Rosalía Mera, cuyo 7% del capital alcanza los 1.740 millones.

El primer puesto de Ortega en esta particular lista es, hoy por hoy, inalcanzable para el resto. Sin embargo, en los escalones siguientes se ha producido una pequeña revolución. La familia Del Pino, propietaria de Ferrovial, ha perdido el segundo puesto del escalafón de grandes fortunas en favor de otra familia constructora, los Entrecanales.

A la familia Del Pino (que pese a todo ha doblado su patrimonio) se le ha atragantado la compra del gestor aeroportuario británico BAA, penalizada por el mercado en los últimos meses. A los dueños de Acciona, sin embargo, todo les ha ido de cara. Las plusvalías por la venta de Airtel (hoy Vodafone) y de su paquete en FCC, así como la incursión en la energía eólica y la compra de Endesa han supuesto que sus títulos en Acciona valgan 8.786 millones frente a los 1.660 millones de 2003.

Otro exponente del boom del ladrillo, Manuel Jove, ocupa el cuarto lugar. Los 2.000 millones de plusvalías que obtuvo por la venta de la inmobiliaria Fadesa le han servido para comprar el 5% del BBVA y ser su primer accionista individual. Una inversión que, por ahora, ha perdido valor. Compró en julio pasado, antes de la crisis de las hipotecas basura en EE UU, a un precio de 18,10 euros por acción y las acciones del banco valen hoy 17 euros.

Pero no todo han sido alegrías. La era dorada de la construcción también ha dejado sus ángeles caídos. El caso más emblemático es el de Enrique Bañuelos. Cuando Astroc empezó a cotizar en mayo de 2006, la participación de Bañuelos se tasó en 775 millones. Tras una escalada vertiginosa, las acciones tocaron su máximo a finales de febrero de 2007. Ese día, el paquete de Bañuelos valía 4.538 millones (llegó a estar en el puesto 95º de la lista de la revista Forbes). El posterior batacazo bursátil de la inmobiliaria y las desinversiones han hecho que el patrimonio de su ex presidente se quede en sólo 262 millones.

Aparte de las jugosas plusvalías latentes que han atesorado las participaciones bursátiles de las grandes fortunas en los últimos años, sus cuentas corrientes han recibido una nada desdeñable inyección de liquidez vía dividendos. Los cinco ejercicios consecutivos de ganancias récords entre las compañías cotizadas se han dejado sentir también en la retribución al accionista. Y los grandes inversores son los más beneficiados. Los principales patrimonios bursátiles del país han recibido 3.253 millones en dividendos desde 2003. Un dinero que, por ejemplo, daría para comprar el 100% de Iberia.

En algunos casos, el aumento del valor de las participaciones es producto, además de la revalorización de los títulos, de nuevas compras de acciones. La etapa de créditos baratos, donde los dividendos recibidos bastaban para pagar los intereses de los préstamos, han facilitado que inversores de pedigrí se reforzaran en el capital de las compañías. Ejemplos de pulsos entre accionistas se han dado en ACS, donde Florentino Pérez, la familia March y Alberto Cortina y Alberto Alcocer han ejecutado un reguero de compras en los últimos años.

Cada etapa bursátil genera sus propios millonarios. A finales del siglo pasado fueron los empresarios puntocom y en los últimos años los beneficiados han sido los reyes de la construcción. Ahora parece surgir una nueva casta: los ricos vinculados a las energías renovables. Cinco meses han bastado a la familia Díaz-Tejeiro, propietaria de Solaria (productora de placas solares) para colarse en el gotta bursátil español con un patrimonio superior a los 1.000 millones.

Fuente:
http://www.elpais.com (2/12/2007)

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