29/8/08

Serbia y Georgia y Rusia

La invasión rusa de Georgia ha puesto de manifiesto dos cosas. Una: que la política internacional es la confrontación de los Estados en la defensa de sus intereses estratégicos, y que los propagandistas de la paz perpetua, los defensores de la "legislación internacional", sólo venden humo, entelequias, utopías... que hacen el caldo gordo a las potencias hegemónicas. Dos: que tras dos decenios de reorganización y reconstrucción interna, la nueva Rusia postsoviética e hipercapitalista ha desempolvado su vía imperial.

La prueba de lo primero es que lo que vale en un caso no vale en otro equiparable. Es el caso del respeto a la integridad territorial de Serbia y de Georgia por el Occidente atlantista. Dependiendo de los intereses geoestratégicos se respeta o no. Como Serbia no es querida en Washington, Berlín, Londres, París... corren a reconocer la secesión unilateral de Kosovo. No cumplen la legislación internacional ni respetan la soberanía de la república de Serbia, y mucho menos les importa que los dirigentes albano-kosoveses arrastren acusaciones de terrorismo y limpieza étnica. Mientras a Milosevic y Karadzic se les juzga en La Haya, a Thaci y los suyos se les legitimiza como dignatarios respetables. Y no se les puede acusar de doble moral o de hipocresia siquiera... la política, lo sabemos desde hace mucho, es amoral.

Ahora bien, cuando se desata un conflicto similar en el que dos regiones georgianas como Abjasia y Osetia del Sur proclaman su independencia, los EE.UU y sus aliados exigen el respeto a la integridad territorial de Georgia. La razón es clara: Georgia sí es querida por el Occidente atlantista, de hecho es su más fiel aliado en la estratégica región. Mientras, la "opinión pública" no quiere ver, ni saber, ni opinar... porque ya ha sido fácilmente manipulada. Dan igual las razones históricas de unos y de otros. En la arena internacional no se actúa según lo que está bien y lo que está mal, según lo justo y lo injusto. Sólo vale el nosotros y ellos, el amigo y el enemigo, que para las justificaciones ya vienen por detrás los propagandistas. Es "realpolitik" a puro huevo, y lo demás paparruchadas para enamorados del "buenismo", de la ONU y de las alianzas de civilizaciones.

Si en los últimos 18 años, la recuperada vieja Rusia no ha ejercido su militarismo ni su belicismo es porque no ha podido, por su debilidad política tras la catástrofe de 1991, por su situación económica y social. Ahora, tras el reinado de Putin I, se considera en condiciones de retomar su vía imperial: Georgia sólo ha sido la primera.

El militarismo y el belicismo ruso es constante durante la Edad Contemporánea. A finales del s. XVIII, junto con prusianos y austríacos desmembran Polonia. Los polacos tuvieron que esperar al final de la 1GM para recuperar su independencia. Durante el s. XIX, impedidos de continuar su sueño (avanzar por los Balcanes hasta Constantinopla) se expanden en el Cáucaso, Asia central (Afganistán) y Lejano Oriente (donde son derrotados en 1905 por el Japón). Tras la catástrofe de 1917, el nuevo régimen soviético acomete una nueva expansión imperialista que reconstruye las fronteras del imperio zarista. La política soviética exterior desde entonces ya la conocemos hasta su apoyo a la Guerra del Golfo de Bush padre. Ni criticamos ni ensalzamos esta vía imperial rusa (zarista y sovietica), nos limitamos a recordar que la vocación y el destino de la nación rusa es imperial.

Georgia no es ningún Estado-tapón. Georgia goza de una riquísima historia de independencia y soberanía. Durante el Medievo, y por varios siglos, fue el Estado cristiano más poderoso del Cáucaso. Un reino, por cierto, en el que los abjasos contribuían como los primeros y en el que se contaban como uno más de las diversas familias georgianas. De tal forma que acabó por convertirse en el corazón del reino, en el último reducto desde el que basar sus reconquistas ante las oleadas de invasiones árabes, turcas y mogolas. Sólo durante el s. XVIII, la casa real georgiana acabó por dirigirse a la naciente Rusia (cristiana como ella) como aliada y protectora frente a los enemigos musulmanes hasta integrarse en su imperio manteniendo su especifidad. Georgia, con el hundimiento del imperio ruso zarista recuperó su independencia pasada aunque ya con formas modernas. Y lo hizo contando con el apoyo occidental anti-soviético. ¿Eso la convierte en un Estado-tapón? La independencia de Polonia fue similar, ¿es por ello también un Estado-tapón? En 1991, Georgia fue otra de las repúblicas del imperio soviético que recuperó su independencia. No fue creada ex profeso y sus fronteras fueron las históricas, las reconocidas por Moscú hasta entonces. Poco después, la Unión Soviética reconoció internacionalmente a Georgia... y Rusia -recordémoslo- es la heredera política oficial de la URSS: asumió sus responsabilidades, su legalidad y su continuidad histórica. Los abjasos y los osetos, vivieron siempre en territorio georgiano. Los osetos, en concreto, llegaron (según los historiadores georgianos) en el s. XVIII. Las crónicas dicen que sus antepasados alanos se instalaron en el s. XII por invitación del rey David IV el Constructor para repoblar las regiones devastadas por los invasores turcos. Los abjasos, en cambio, sí que han estado "desde siempre" en Abjasia aunque su historia no se entienda sin la de Georgia.

Las cuestiones abjasia y osetia sólo se han transformado en problemas de nacionalismo etnicista durante el s. XX y como herramienta al servicio del imperialismo ruso, comunista o capitalista. Durante siglos, abjasos y osetas convivieron sin problemas en Georgia llegando, de hecho, a alcanzar una elevadísima tasa de matrimonios mixtos y de fusión étnica (similar al caso yugoslavo). Durante el s. XIX, abjasos y osetos resistieron encarnizadamente la conquista rusa del Cáucaso (el 60% de los abjasos fueron expulsados a la actual Turquía para siempre). Los georgianos se sienten profundamente europeos por su historia (cristianos frente a musulmanes). Ahora lo manifiestan claramente: incluso con el "posibilista" Shevernadzé se orientaron decididamente hacia lo que hoy es percibido como "realmente" Europa (no lo que los patriotas republicanos entendemos por Europa): la Unión Europea y la OTAN ¿Y el hecho de que EE.UU e Israel entrenen a su ejército deslegitimiza su europeidad? Siguiendo esta lógica, ¿no son tampoco naciones europeas Polonia y Chequia al aceptar los misiles yanquis? ¿O Rumanía y Bulgaria, donde hay bases y asesores militares yanquis? O ¿deja de ser europea Turquía por su férrea alianza con Israel?

Los abjasos y los surosetos poseen pasaporte ruso por una táctica de la política exterior rusa. En 1991 Moscú reconoció la independencia de Georgia: los abjasos y surosetas cambiaron su pasaporte soviético por el georgiano. Fue tiempo después de los conflictos en estas dos regiones (info: en Abjasia, el contingente de "voluntarios" tuvo entre sus jefes a tipos como Samil Basáyev, donde ya puso en práctica limpiezas étnicas y masacres) cuando Moscú comenzó a conceder pasaportes rusos a los abjasos y surosetos que lo solicitaban, reservándose un casus belli para el futuro. La mayoría de los abjasos y los surosetas sólo poseen un pasaporte que les acredita de nacionalidad rusa obtenido en evidente violación del derecho internacional y de la soberanía de un Estado.

Los patriotas republicanos tenemos un proyecto para España y Europa original y autónomo, que nosotros mismos hemos hemos creado y desarrollado. La Europa de matriz grecorromana, esencialmente mediterránea, debe abrir sus brazos a la Europa eslava, sin duda. Y más ahora que huye despavorida y equivocadamente a los brazos del atlantismo ante un imperialismo ruso que vuelve a mostrar su verdadera faz. Pero aunque se equivocan, ¿cómo podemos criticar a los polacos que busquen su seguridad en los USA? ¿Pero es que no se conoce suficientemente su trágica historia, incluso la más reciente, emparedados entre depredadores alemanes y rusos? Los patriotas republicanos hemos rechazado las intervenciones del imperialismo yanqui en nuestra Europa, armadas (como la del bombardeo de Serbia) o no, hemos rechazado el imperialismo teutón de maneras pacíficas y vías económicas transfigurado en Eurolandia. Pero han surgido dudas ante el renacido imperialismo ruso. ¿Hay que saludarlo por su condición de polo emergente ante el Imperio, vitorearlo y jalear su vía militarista? ¿O criticarlo por adoptar los mismos métodos que su rival yanqui, por no reconocer que la nueva Europa se debe construir también con Georgia? Rusia no será ninguna fuerza positiva para nuestra Europa, no si no sabe reprimir su vocación agresiva y opresora: la historia lo advierte y su reciente invasión de una nación soberana, Georgia, lo demuestra. Ese no es el camino.

21/8/08

El papel de los surosetos en la invasión rusa de Georgia

La tensión militar en Osetia del Sur se estuvo acumulando durante varios meses. En junio, el jefe de la misión de la OSCE en Georgia afirmó que los choques se sucedían casi diariamente, que sus observadores también eran atacados y que los “bandos no están hablando.” La situación, desde entonces, sólo fue a peor. La tensión aumentó durante la última semana de julio con choques que dejaron, por lo menos, seis osetos muertos y docenas de heridos osetos y georgianos (Interfax, 1 de agosto). Todos convenían que la tensión era alta y posible una escalada (RIA-Novosti, 5,6 de agosto).

El último repunte de las hostilidades comenzó el 31 de julio, cuando dos bombas estallaron al paso de un vehículo de la policía georgiana cerca de la aldea de Eredvi. Seis policías fueron heridos (Interfax, 1 de agosto). Las fuerzas de paz rusas, determinaron que las bombas habían sido fabricadas a partir de proyectiles de artillería de 122 milímetros (www.mil.ru, 2 de agosto). La carretera que lleva a Eredvi fue construida por los georgianos para evitar las barricadas osetas cercanas a la capital Tsjinvali. Desde entonces se ha convertido en un quebradero de cabeza para los separatistas osetos. Así, el 4 de julio, el coche en el que viajaba Dmitry Sanakoyev, un líder oseto leal a Tiflis y que los separatistas consideran un renegado, fue atacado por otra bomba en esa misma carretera. Tres escoltas eran heridos pero Sanakoyev sobrevivivió indemne. Una aumento de la tensión siguió al ataque (RIA-Novosti, 4 de julio; Kommersant, 4 de agosto).

Al atentado del 31 de julio le siguieron choques sangrientos. Ambos bandos se acusaron mutuamente de iniciar la lucha. Los osetos admitieron seis muertos y 15 heridos, muchos debidos a francotiradores. Los georgianos reconocieron nueve heridos. Ambos bandos se acusaron de bombardear con morteros. Los osetos anunciaron, sin confirmar, la muerte de 29 soldados georgianos (RIA-Novosti, 4 de agosto). Comenzaron la evacuación de mujeres y niños a Osetia del Norte (una república autónoma rusa), pidieron voluntarios del Cáucaso ruso para preparar la lucha contra Georgia y amenazaron con atacar localidades georgianas y expulsar a las fuerzas georgianas de Osetia del Sur. El presidente suroseto Eduard Kokoity anunció que los georgianos que viven en Osetia del Sur pedían "ser liberados" de las fuerzas del régimen de Tiflis(RIA-Novosti, 2, 3 y 4 de agosto).

Kokoity anunció que unos 300 voluntarios habían llegado y que más estaban en camino (www.newsru.com, 5 de agosto). La mayor parte de estos "voluntarios" parece que eran surosetos que desempeñaban servicios en la policía y otras formaciones paramilitares en Osetia del Norte enviados al sur como refuerzos. Kokoity pidió que estos "voluntarios" fueran incorporados a las fuerzas del ministerio del Interior suroseto (RIA-Novosti, 6 de agosto). El 6 de agosto, mientras los surosetos informaban de duros enfrentamientos, las autoridades georgianas y las fuerzas de interposición rusas afirmaban que sólo existían leves incidentes sin bajas en ningún bando (Interfax, 6 de agosto).

Las autoridades osetas anunciaron la cancelación de una reunión prevista con el bando georgiano en Tsjinvali para el 7 de agosto (RIA-Novosti, 6 de agosto). Las fuerzas de paz rusas afirmaron que tras el 1 de agosto la situación se había calmado algo, pero los osetos insistieron en lo contrario, en que iba a peor (Interfax, 6 de agosto). Los dirigentes rusos, incluyendo al presidente Medvédev y al primer ministro Putin, siguieron en silencio el conflicto.

Las autoridades osetas y rusas se distanciaron públicamente. La portavoz suroseta Irina expresó la consternación de su gobierno: "Se aproxima la guerra pero todos, incluyendo Rusia, no quieren reconocerlo. Las declaraciones rusas no nos están ayudando" (Kommersant, 5 de agosto).

Moscú pudo haber considerado apoyar una operación limitada contra las fuerzas georgianas, por ejemplo, en el valle abjasio de Kodori, que debilitase al actual gobierno georgiano de Saakashvili y que se podría presentar al mundo como una acción autónoma de las fuerzas separatistas abjasas (véase EDM, 2 de mayo). En Osetia del Sur no cabía esta opción. Los georgianos se estuvieron refrenando de emprender una ofensiva total, pero si los osetos conseguían provocar un enfrentamiento se verían en apuros. Tsjinvali estaba rodeada de posiciones georgianas y era indefendible. Para evitar su caída deberían entrar en Osetia del Sur las fuerzas rusas a través del túnel de Rokki . El número de bajas sería elevado y constituiría un acto de clara agresión.

Kokoity y otros dirigentes osetos parecían estar buscando la excusa para una intervención rusa importante, pero aparentemente no todos en Moscú estaban dispuestos a ello.

Fuente: Eurasia Daily Monitor.

16/8/08

La invasión rusa de Georgia estaba planeada

La semana pasada, la tensión militar en la región georgiana de Osetia del Sur se transformó en una guerra total. Los separatistas osetos provocaron un conflicto que diera a los militares rusos un pretexto para la intervención directa. Un bombardeo de morteros pesados en la tarde del 7 de agosto sobre las aldeas georgianas cercanas a Tsjinvali obligó al presidente georgiano Mijeíl Saakashvili a ordenar un fuerte asalto. El ataque nocturno de las tropas georgianas rechazó a los milicianos osetos y la capital fue ocupada a la mañana siguiente. Con objeto de detener la ofensiva georgiana, cientos de blindados y miles de soldados rusos atravesaron el túnel de Roki y avanzaron hacia Georgia mientras sus cazabombarderos bombardeaban diversas ciudades georgianas.

Del 8 al 10 de agosto, el ejército georgiano combatió duramente con los invasores rusos en los alrededores de Tsjinvali. El día 10 las autoridades georgianas anunciaron que retiraban todas sus fuerzas de Osetia del Sur y pidieron un alto el fuego y negociaciones de paz. El 12 de agosto, el presidente ruso Medvédev aceptó el plan francés de paz y se estableció una frágil tregua. El ejército georgiano concentró sus fuerzas en la defensa de Tiflis. Diez mil soldados rusos y su millar de blindados se redesplegaron en Osetia meridional y Abjasia. Tropas rusas ocuparon las provincias occidentales georgianas de Zugdidi, Senaki, y Poti desarmando a las fuerzas de policía local y destruyendo las bases militares georgianas. Paramilitares osetos y soldados rusos se dedicaron al pillaje y a aterrorizar a la población georgiana de las áreas de Gori y Tsjinvali.

Moscú declaró que fue obligada a responder al ataque georgiano inicial en Osetia del Sur, pero hay pruebas suficientes de que esta invasión masiva fue proyectada de antemano. La rapidez con la que las fuerzas rusas fueron trasladadas a Georgia, el inmediato despliegue de un grupo naval del mar Negro y el hecho de que enviaran grandes contingentes de tropas a Abjasia, donde no había habido ningún ataque georgiano parece indicar que un plan de batalla ya estaba preparado. Esta guerra no ha sido una reacción improvisada a una repentina ofensiva militar georgiana en Osetia del Sur ya que tal cantidad de tropas no se pueden preparar para una campaña en menos de 24 horas. La invasión era inevitable, independientemente de lo que hicieran los georgianos.

Parece que la razón principal de la invasión rusa era la aspiración de Georgia de ingresar en la OTAN, siendo el problema separatista solamente un pretexto. Georgia ocupa una posición geopolítica clave y Moscú tiene miedo que si entra en la OTAN Rusia sea expulsada de Transcaucasia. La cumbre de la OTAN en Bucarest del pasado mes de abril, donde Ucrania y Georgia sólo consiguieron la promesa de una futura incorporación parece haber precipitado la decisión de ir a la guerra.

Antes de usar las armas, Moscú advirtió con siniestras amenazas. Rusia reprendió a las sanciones unilaterales del CEI contra Abjasia. La Duma, controlada por el Kremlin, aprobó una resolución que pedía el reconocimiento de la soberanía de Osetia del Sur y Abjasia. Vladímir Putin prometió a Abjasia y Osetia del Sur “apoyo no teórico, sino material” y advirtió que las aspiraciones georgianas de rápida integración atlántica amenazaba su seguridad. El comandante del ejército ruso, Yuri Baluyevsky, amenazó con “acciones militares para defender nuestros intereses cerca de nuestras fronteras” si Georgia y Ucrania entraban en la OTAN. En lo que pareció ser la última advertencia, el ministro de Asuntos Exteriores ruso acusó a Georgia por no aprobar una ley que prohíba bases militares extranjeras después de que Rusia abandonase las suyas el pasado mes de noviembre. Lavrov ligó la intransigencia georgiana a “planes occidentales para empujarla hacia la OTAN”.

Se emprendieron los preparativos militares. El 31 de mayo, tropas ferroviarias iniciaron la reparación de las infraestructuras de transporte al sur de Sujumi en preparación de la invasión. El 30 de julio terminaron su trabajo y se preparó todo para agosto, ya que el mal tiempo posterior impediría una invasión. Occidente parece haber subestimado las advertencias y las preparaciones rusas hasta que ha sido demasiado tarde. El vicesecretario de Estado estadounidense ha declarado en Tiflis “Ahora entendemos el propósito real de aquellas tropas ferroviarias en Abjasia”.

El principal objetivo de la invasión rusa -ocasionar un colapso completo del estado georgiano así como destruir su modernizado ejército para imposibilitar su incorporación a la OTAN- no ha sido conseguido todavía, a pesar de los estragos. Pueden ser planeados más ataques y devastación. En Abjasia y Osetia del Sur han sido desplegados misiles balísticos Tochka-U con un alcance de 110 kilómetros y que podrían alcanzar Tiflis. Dos parecen haber sido disparados ya en Georgia occidental, según declaraciones de los separatistas abjasos. Un ataque de misiles, atribuido oficialmente a los separatistas, podría matar a centenares de civiles, desatando el pánico y haciendo posible el derrumbamiento del régimen georgiano.

Fuente: Eurasia Daily Monitor.