La semana pasada, la tensión militar en la región georgiana de Osetia del Sur se transformó en una guerra total. Los separatistas osetos provocaron un conflicto que diera a los militares rusos un pretexto para la intervención directa. Un bombardeo de morteros pesados en la tarde del 7 de agosto sobre las aldeas georgianas cercanas a Tsjinvali obligó al presidente georgiano Mijeíl Saakashvili a ordenar un fuerte asalto. El ataque nocturno de las tropas georgianas rechazó a los milicianos osetos y la capital fue ocupada a la mañana siguiente. Con objeto de detener la ofensiva georgiana, cientos de blindados y miles de soldados rusos atravesaron el túnel de Roki y avanzaron hacia Georgia mientras sus cazabombarderos bombardeaban diversas ciudades georgianas.
Del 8 al 10 de agosto, el ejército georgiano combatió duramente con los invasores rusos en los alrededores de Tsjinvali. El día 10 las autoridades georgianas anunciaron que retiraban todas sus fuerzas de Osetia del Sur y pidieron un alto el fuego y negociaciones de paz. El 12 de agosto, el presidente ruso Medvédev aceptó el plan francés de paz y se estableció una frágil tregua. El ejército georgiano concentró sus fuerzas en la defensa de Tiflis. Diez mil soldados rusos y su millar de blindados se redesplegaron en Osetia meridional y Abjasia. Tropas rusas ocuparon las provincias occidentales georgianas de Zugdidi, Senaki, y Poti desarmando a las fuerzas de policía local y destruyendo las bases militares georgianas. Paramilitares osetos y soldados rusos se dedicaron al pillaje y a aterrorizar a la población georgiana de las áreas de Gori y Tsjinvali.
Moscú declaró que fue obligada a responder al ataque georgiano inicial en Osetia del Sur, pero hay pruebas suficientes de que esta invasión masiva fue proyectada de antemano. La rapidez con la que las fuerzas rusas fueron trasladadas a Georgia, el inmediato despliegue de un grupo naval del mar Negro y el hecho de que enviaran grandes contingentes de tropas a Abjasia, donde no había habido ningún ataque georgiano parece indicar que un plan de batalla ya estaba preparado. Esta guerra no ha sido una reacción improvisada a una repentina ofensiva militar georgiana en Osetia del Sur ya que tal cantidad de tropas no se pueden preparar para una campaña en menos de 24 horas. La invasión era inevitable, independientemente de lo que hicieran los georgianos.
Parece que la razón principal de la invasión rusa era la aspiración de Georgia de ingresar en la OTAN, siendo el problema separatista solamente un pretexto. Georgia ocupa una posición geopolítica clave y Moscú tiene miedo que si entra en la OTAN Rusia sea expulsada de Transcaucasia. La cumbre de la OTAN en Bucarest del pasado mes de abril, donde Ucrania y Georgia sólo consiguieron la promesa de una futura incorporación parece haber precipitado la decisión de ir a la guerra.
Antes de usar las armas, Moscú advirtió con siniestras amenazas. Rusia reprendió a las sanciones unilaterales del CEI contra Abjasia. La Duma, controlada por el Kremlin, aprobó una resolución que pedía el reconocimiento de la soberanía de Osetia del Sur y Abjasia. Vladímir Putin prometió a Abjasia y Osetia del Sur “apoyo no teórico, sino material” y advirtió que las aspiraciones georgianas de rápida integración atlántica amenazaba su seguridad. El comandante del ejército ruso, Yuri Baluyevsky, amenazó con “acciones militares para defender nuestros intereses cerca de nuestras fronteras” si Georgia y Ucrania entraban en la OTAN. En lo que pareció ser la última advertencia, el ministro de Asuntos Exteriores ruso acusó a Georgia por no aprobar una ley que prohíba bases militares extranjeras después de que Rusia abandonase las suyas el pasado mes de noviembre. Lavrov ligó la intransigencia georgiana a “planes occidentales para empujarla hacia la OTAN”.
Se emprendieron los preparativos militares. El 31 de mayo, tropas ferroviarias iniciaron la reparación de las infraestructuras de transporte al sur de Sujumi en preparación de la invasión. El 30 de julio terminaron su trabajo y se preparó todo para agosto, ya que el mal tiempo posterior impediría una invasión. Occidente parece haber subestimado las advertencias y las preparaciones rusas hasta que ha sido demasiado tarde. El vicesecretario de Estado estadounidense ha declarado en Tiflis “Ahora entendemos el propósito real de aquellas tropas ferroviarias en Abjasia”.
El principal objetivo de la invasión rusa -ocasionar un colapso completo del estado georgiano así como destruir su modernizado ejército para imposibilitar su incorporación a la OTAN- no ha sido conseguido todavía, a pesar de los estragos. Pueden ser planeados más ataques y devastación. En Abjasia y Osetia del Sur han sido desplegados misiles balísticos Tochka-U con un alcance de 110 kilómetros y que podrían alcanzar Tiflis. Dos parecen haber sido disparados ya en Georgia occidental, según declaraciones de los separatistas abjasos. Un ataque de misiles, atribuido oficialmente a los separatistas, podría matar a centenares de civiles, desatando el pánico y haciendo posible el derrumbamiento del régimen georgiano.
Fuente: Eurasia Daily Monitor.
Del 8 al 10 de agosto, el ejército georgiano combatió duramente con los invasores rusos en los alrededores de Tsjinvali. El día 10 las autoridades georgianas anunciaron que retiraban todas sus fuerzas de Osetia del Sur y pidieron un alto el fuego y negociaciones de paz. El 12 de agosto, el presidente ruso Medvédev aceptó el plan francés de paz y se estableció una frágil tregua. El ejército georgiano concentró sus fuerzas en la defensa de Tiflis. Diez mil soldados rusos y su millar de blindados se redesplegaron en Osetia meridional y Abjasia. Tropas rusas ocuparon las provincias occidentales georgianas de Zugdidi, Senaki, y Poti desarmando a las fuerzas de policía local y destruyendo las bases militares georgianas. Paramilitares osetos y soldados rusos se dedicaron al pillaje y a aterrorizar a la población georgiana de las áreas de Gori y Tsjinvali.
Moscú declaró que fue obligada a responder al ataque georgiano inicial en Osetia del Sur, pero hay pruebas suficientes de que esta invasión masiva fue proyectada de antemano. La rapidez con la que las fuerzas rusas fueron trasladadas a Georgia, el inmediato despliegue de un grupo naval del mar Negro y el hecho de que enviaran grandes contingentes de tropas a Abjasia, donde no había habido ningún ataque georgiano parece indicar que un plan de batalla ya estaba preparado. Esta guerra no ha sido una reacción improvisada a una repentina ofensiva militar georgiana en Osetia del Sur ya que tal cantidad de tropas no se pueden preparar para una campaña en menos de 24 horas. La invasión era inevitable, independientemente de lo que hicieran los georgianos.
Parece que la razón principal de la invasión rusa era la aspiración de Georgia de ingresar en la OTAN, siendo el problema separatista solamente un pretexto. Georgia ocupa una posición geopolítica clave y Moscú tiene miedo que si entra en la OTAN Rusia sea expulsada de Transcaucasia. La cumbre de la OTAN en Bucarest del pasado mes de abril, donde Ucrania y Georgia sólo consiguieron la promesa de una futura incorporación parece haber precipitado la decisión de ir a la guerra.
Antes de usar las armas, Moscú advirtió con siniestras amenazas. Rusia reprendió a las sanciones unilaterales del CEI contra Abjasia. La Duma, controlada por el Kremlin, aprobó una resolución que pedía el reconocimiento de la soberanía de Osetia del Sur y Abjasia. Vladímir Putin prometió a Abjasia y Osetia del Sur “apoyo no teórico, sino material” y advirtió que las aspiraciones georgianas de rápida integración atlántica amenazaba su seguridad. El comandante del ejército ruso, Yuri Baluyevsky, amenazó con “acciones militares para defender nuestros intereses cerca de nuestras fronteras” si Georgia y Ucrania entraban en la OTAN. En lo que pareció ser la última advertencia, el ministro de Asuntos Exteriores ruso acusó a Georgia por no aprobar una ley que prohíba bases militares extranjeras después de que Rusia abandonase las suyas el pasado mes de noviembre. Lavrov ligó la intransigencia georgiana a “planes occidentales para empujarla hacia la OTAN”.
Se emprendieron los preparativos militares. El 31 de mayo, tropas ferroviarias iniciaron la reparación de las infraestructuras de transporte al sur de Sujumi en preparación de la invasión. El 30 de julio terminaron su trabajo y se preparó todo para agosto, ya que el mal tiempo posterior impediría una invasión. Occidente parece haber subestimado las advertencias y las preparaciones rusas hasta que ha sido demasiado tarde. El vicesecretario de Estado estadounidense ha declarado en Tiflis “Ahora entendemos el propósito real de aquellas tropas ferroviarias en Abjasia”.
El principal objetivo de la invasión rusa -ocasionar un colapso completo del estado georgiano así como destruir su modernizado ejército para imposibilitar su incorporación a la OTAN- no ha sido conseguido todavía, a pesar de los estragos. Pueden ser planeados más ataques y devastación. En Abjasia y Osetia del Sur han sido desplegados misiles balísticos Tochka-U con un alcance de 110 kilómetros y que podrían alcanzar Tiflis. Dos parecen haber sido disparados ya en Georgia occidental, según declaraciones de los separatistas abjasos. Un ataque de misiles, atribuido oficialmente a los separatistas, podría matar a centenares de civiles, desatando el pánico y haciendo posible el derrumbamiento del régimen georgiano.
Fuente: Eurasia Daily Monitor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario