En las últimas semanas hemos asistido a dos hechos trascendentes para la inmediata historia de nuestra nación.
Por un lado, Rajoy ha decidido reconducir al PP hasta el lugar del que lo sacó Aznar cuando se creyó faraón. El marianismo pretende laminar cualquier atisbo de "conciencia nacional" en el PP. Quiere equipararlo al PSOE, una confederación de taifas-nacionalidades, homologarlo a la estructura del Estado. Quiere que vuelva a ser la quinta rueda del carro del régimen, el desbravadero donde se pudran los osados que se atrevieron a acudir a las convocatorias de la AVT no hace mucho. Su oráculo le ha prometido el sillón de la Moncloa si sigue por esta senda.
Y el Borbón ha rubricado la hoja de ruta de la aniquilación de España que está en marcha. Se ha posicionado públicamente, por fin, de manera clara y sin ambajes en contra de nuestra nación. Lo ha hecho bendiciendo explícitamente la vía Zapatero con loas y parabienes. La vía de la asunción del concepto nacional español como discutido y discutible, la vía del pacto con ETA... Más allá de lo tragicómico que resulta oír del tipo que liberó a De Juana que es un ser humano íntegro o recto, debemos quedarnos con esta sentencia demoledora: "Él sabe muy bien hacia qué dirección va y por qué y para qué hace las cosas". Palabra de rey.
El Borbón no había opinado sobre un inquilino de la Moncloa en todo su reinado. Y lo ha hecho ahora. ¿Casualidad? Ni por asomo. Estamos en un momento trascendental: no sólo se ha reafirmado con éxito el zapaterismo en las urnas tras las elecciones sino que asistimos a la crisis del PP. El ego herido de Pedrojota ha hecho el resto. El Borbón aparece para darle un empujoncito a Mariano ("... el comienzo es más de la mitad de todo") y para dejarle bien claro el lugar que debe ocupar en el sistema. El Borbón, por último, nos ha confirmado lo que siempre hemos defendido: que el núcleo de su régimen lo forma el conglomerado PRISOE, que el régimen actual es psocialista.
Cada vez le queda menos espacio para maniobrar a la derecha patriótica que acaudilla Jiménez Losantos. Cada día que pasa tiene más razones para quitarse la venda de los ojos y hacerse republicana. Porque la salvación de nuestra patria pasa por una movilización popular y una ruptura democrática que desemboque en una segunda transición de la que salga una España refundada en República nacional. ¿Tendrá don Federico la valentía de hacerlo? Ayudémosle.
Por un lado, Rajoy ha decidido reconducir al PP hasta el lugar del que lo sacó Aznar cuando se creyó faraón. El marianismo pretende laminar cualquier atisbo de "conciencia nacional" en el PP. Quiere equipararlo al PSOE, una confederación de taifas-nacionalidades, homologarlo a la estructura del Estado. Quiere que vuelva a ser la quinta rueda del carro del régimen, el desbravadero donde se pudran los osados que se atrevieron a acudir a las convocatorias de la AVT no hace mucho. Su oráculo le ha prometido el sillón de la Moncloa si sigue por esta senda.
Y el Borbón ha rubricado la hoja de ruta de la aniquilación de España que está en marcha. Se ha posicionado públicamente, por fin, de manera clara y sin ambajes en contra de nuestra nación. Lo ha hecho bendiciendo explícitamente la vía Zapatero con loas y parabienes. La vía de la asunción del concepto nacional español como discutido y discutible, la vía del pacto con ETA... Más allá de lo tragicómico que resulta oír del tipo que liberó a De Juana que es un ser humano íntegro o recto, debemos quedarnos con esta sentencia demoledora: "Él sabe muy bien hacia qué dirección va y por qué y para qué hace las cosas". Palabra de rey.
El Borbón no había opinado sobre un inquilino de la Moncloa en todo su reinado. Y lo ha hecho ahora. ¿Casualidad? Ni por asomo. Estamos en un momento trascendental: no sólo se ha reafirmado con éxito el zapaterismo en las urnas tras las elecciones sino que asistimos a la crisis del PP. El ego herido de Pedrojota ha hecho el resto. El Borbón aparece para darle un empujoncito a Mariano ("... el comienzo es más de la mitad de todo") y para dejarle bien claro el lugar que debe ocupar en el sistema. El Borbón, por último, nos ha confirmado lo que siempre hemos defendido: que el núcleo de su régimen lo forma el conglomerado PRISOE, que el régimen actual es psocialista.
Cada vez le queda menos espacio para maniobrar a la derecha patriótica que acaudilla Jiménez Losantos. Cada día que pasa tiene más razones para quitarse la venda de los ojos y hacerse republicana. Porque la salvación de nuestra patria pasa por una movilización popular y una ruptura democrática que desemboque en una segunda transición de la que salga una España refundada en República nacional. ¿Tendrá don Federico la valentía de hacerlo? Ayudémosle.
Algo se mueve... http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_43718.html
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