Desde la Transición, es un lugar común en la casta política y en gran parte de la meliflua sociedad civil española la creencia de que satisfaciendo las necesidades de los nacionalistas antiespañoles llegará un día que se saciarán. ¿A qué se debe este convencimiento cuando basta recordar los objetivos declarados de estos movimientos políticos para saber que no será así? Los más críticos de estos melifluos denuncian, de vez en cuando, esa insaciable capacidad de reivindicación, de generar pleitos innecesarios. Deben desconocer la fábula de la rana y el escorpión.
En la actualidad, el PNV exige blindar el concierto económico vasco dándole tratamiento de leyes a sus normas tributarias. Para ello cuentan con la predisposición de Zapatero o con la necesidad futura de apoyos parlamentarios de Rajoy. Conclusión: se saldrán con la suya… y a por la siguiente estación de su viaje actual, la consolidación de una relación bilateral, de tú a tú, entre el Estado español y su paraEstado autonómico, hacia la confederalización.
Hoy, en su patria, el jacobinismo es identificado como un valor fundador de la república por todos, y así que ha pasado a ser tenido por un valor transversal. Es aceptado por todos los demócratas a derecha e izquierda como un bien común de todos los franceses, un patrimonio sobre el que asienta la identidad política francesa. Aquí, como no podía ser de otra manera, es empleado como descalificativo por compatriotas y enemigos de nuestra patria.
De aquellos tres principios definidores de la Revolución Francesa, el de igualdad es el que está en la base de la democracia jacobina, traducido en el principio de uniformidad política. Los jacobinos queremos que todos los ciudadanos sean igualmente españoles más allá de las especificidades localistas. Para ello es necesaria la homogeneidad política: una única cámara depositaria de la soberanía popular. Y al servicio de este propósito político la oficialidad de una única lengua común a todos los españoles, una realidad cultural creadora de fraternidad que se transforma en patriotismo.
La pervivencia de privilegios fiscales es imposible en la república jacobina. Esos privilegios son repulsivos tanto si son utilizados como arietes contra la casa común de todos los españoles o como si son esgrimidos como baluartes frente a los propósitos imperialistas del nacionalismo antiespañol. Que nadie se engañe.
En la actualidad, el PNV exige blindar el concierto económico vasco dándole tratamiento de leyes a sus normas tributarias. Para ello cuentan con la predisposición de Zapatero o con la necesidad futura de apoyos parlamentarios de Rajoy. Conclusión: se saldrán con la suya… y a por la siguiente estación de su viaje actual, la consolidación de una relación bilateral, de tú a tú, entre el Estado español y su paraEstado autonómico, hacia la confederalización.
Hoy, en su patria, el jacobinismo es identificado como un valor fundador de la república por todos, y así que ha pasado a ser tenido por un valor transversal. Es aceptado por todos los demócratas a derecha e izquierda como un bien común de todos los franceses, un patrimonio sobre el que asienta la identidad política francesa. Aquí, como no podía ser de otra manera, es empleado como descalificativo por compatriotas y enemigos de nuestra patria.
De aquellos tres principios definidores de la Revolución Francesa, el de igualdad es el que está en la base de la democracia jacobina, traducido en el principio de uniformidad política. Los jacobinos queremos que todos los ciudadanos sean igualmente españoles más allá de las especificidades localistas. Para ello es necesaria la homogeneidad política: una única cámara depositaria de la soberanía popular. Y al servicio de este propósito político la oficialidad de una única lengua común a todos los españoles, una realidad cultural creadora de fraternidad que se transforma en patriotismo.
La pervivencia de privilegios fiscales es imposible en la república jacobina. Esos privilegios son repulsivos tanto si son utilizados como arietes contra la casa común de todos los españoles o como si son esgrimidos como baluartes frente a los propósitos imperialistas del nacionalismo antiespañol. Que nadie se engañe.
No se puede decir más claro.
ResponderEliminarExcelente.
Saludos